jueves, 10 de abril de 2008

Hice trampa... ¿Valió la pena?

Soy consciente de que si ciertas personas que se preocupan por mí leen esto, como mínimo me llevaré una bronca de tres pares de narices, totalmente merecida. Pero está demostrado que soy débil y en muchos momentos, incapaz de controlar la tentación en la que otras personas consiguen no caer. Así y todo, también sé que con fuerza de voluntad, sobre todo ahora que tengo acicates que me espolean constantemente, incluso voy a conseguir cosas que ni siquiera me propuse. Y sino, tiempo al tiempo.

He vuelto a caer. No me quiero justificar porque no debo hacerlo... y sin embargo, esta semana el cansancio pudo conmigo. Todos los días, absolutamente todos desde que he vuelto de mi baja laboral (ahora mismo 12), he llegado al trabajo con la sensación de que me faltaban dos horas de sueño. Si bien es verdad que los fines de semana he recuperado algo, en cuanto llega el domingo por la noche y soy incapaz de dormir cuando debo, ya estoy jodido.

He resistido desde hace más de un mes. Cuando he vuelto a la oficina, muchos días he tenido amagos de dar más de un cabezazo al teclado. Me he ido al baño muchas veces, me he lavado la cara con agua fría. El sopor volvía una y otra vez. Aunque en la carretera me suelo espabilar lo suficiente, el temor de quedarme dormido estaba latente siempre... Y el cansancio general, la sensación de no poder con todo, el agotamiento... Alguno estará pensando que quizá se deba a un tema médico, pero justo esta semana me dieron los resultados de unos análisis y no me dijeron nada al respecto. Por tanto ayer, como no me quedaba otra cosa que probar, me tomé un café.

Por supuesto que no pasa nada por algo tan simple, aunque como ya he comentado con frecuencia, a mí la C8H10N4O2 es una droga que me afecta mucho. Como es una droga permitida, es difícil que alguien que no está enganchado lo entienda y seguro que unos cuantos me tacharán de pesado por repetir tanto el tema. Pero haber durado un mes sin tomar nada me sorprende y estoy dispuesto a que tanta lucha para no volver a engancharme, no caiga en saco roto. Para ello, voy a analizar detenidamente las consecuencias de este mi último pecadillo hasta ahora.

Efectos positivos:

  • Es evidente que me ha levantado el ánimo. Estoy mucho más activo y podría decirse que algo eufórico. Este es un efecto que siempre se me reproduce después de cierto periodo de abstinencia. ¿Euforia por un café? Pues sí, aunque a alguien le pueda parecer increíble. La actividad es evidente en todos los ámbitos: estoy más hablador, parece que pienso y tecleo más rápido, tengo chorrocientas ventanas abiertas en las que hago cosas y me cabrea que el sistema parezca más lento... Nada de esto tiene por qué ser cierto, pero es la percepción.
  • ...


Efectos negativos:

  • Observándome atentamente, en el fondo tengo esa sensación de cansancio enmascarado que vuelve a la superficie una vez pasados los efectos de la drogaína.
  • Malestar tripil (de la tripa) y su correspondiente diarrea episódica. No es realmente una diarrea, pero el efecto "cafés el avión" (tómate uno y te cagarás volando) es claramente patente.
  • El malestar barriguil además es bastante molesto y localizado en lo que me imagino que es la parte superior del estómago, por lo que también me imagino que es gas intentando elevarse. Por suerte (para aquellos de mis alrededores que no quieran cambiar a pelo rubio) sin conseguirlo.
  • Aunque la visita al Sr. Roca es de una suavidad y alivio acojonantes (día de la toma), el café es irritante y muy difícil de digerir, lo que se perfila como bastante malo para el día posterior.
  • Tensión muscular notablemente más alta. Con autocontrol no es perceptible (aunque "la procesión va por dentro"), pero si se insiste en tomar cafeína, el mal pulso, los tics nerviosos y los temblores se notan; también la falta de precisión de movimientos (efecto "manitas de cerdo") entre otras cosas es más evidente.
  • El corazón va más rápido y la presión arterial aumenta. Estoy hablando de efectos que se notan por auto-diagnóstico, sin necesidad de que un médico los detecte.
  • Atocinamiento en general (aumentado con respecto al atocinamiento "normal" que se experimenta sin tomar cafeína) cuando el efecto "acelerador" se diluye. Cansancio debido a toda la tensión anterior.
  • Mono físico y psicológico. Porque aunque experimente todos estos efectos negativos, me gusta el sabor del café y busco la sensación del "subidón". Para que luego digan que no engancha.


Conclusión:
A día de hoy NO me merece la pena arriesgar más mi salud. Quizá cuando esté más delgado y con menos problemas, pueda tomar un café de tarde en tarde para disfrutar de las sensaciones agradables. Quizá los efectos negativos puedan olvidarse un poco si disfruto del café durante unas vacaciones. Pero para mí, seguir endrogándome en el día a día de las jornadas laborales, no es una buena opción.

A dieta

Miércoles. Ayunas. Análisis de sangre.
Domingo. Cumpleaños. Cabrito asado.
Lunes. Corre que te corre. Recogida de resultados de los análisis.

Enfermero: "Tienes los triglicéridos por las nubes y el colesterol bueno por debajo del mínimo. Tienes el índice de masa corporal casi a 35, el perímetro corporal de más de 100, la presión arterial alta... Vamos, que tienes todas las papeletas. Esto hay que solucionarlo y lo primero que tienes que hacer es perder peso".

Me dio la dieta y me la explicó detenidamente. Me dijo que también debo hacer como mínimo 30 minutos de ejercicio aeróbico al día. "Los mejores ejercicios son nadar y montar en bici. Si no te apetece hacer ejercicio en la calle, cómprate una bicicleta estática, están tiradas. Pero es muy importante que hagas ejercicio, sino la dieta no sirve de nada".

Volví al trabajo a toda prisa, haciéndome planes de utilizar la bici estática que llevaba ídem unos cuantos meses. Después del chaparrón, cuando por fin llegué a casa me puse mi ropa deportiva y pedaleé media hora, con el tensor de dureza de la bici en 7 sobre 10, que no está mal para empezar. No se me hizo especialmente duro, aunque como es costumbre en mí sudé como una mala bestia.

Lo de las comidas ahora es un poco complicado, porque desaparece prácticamente toda la grasa (sólo dejan usar dos cucharadas de aceite para todo un día) y a veces, no sabe uno qué ingredientes mezclar, pues las combinaciones quedan un poco raras. Pero le estoy echando bastante imaginación y anoche por ejemplo me salieron tres cosillas bastante decentes. Seguramente escribiré algún artículo explicando más de una receta.

Ya me había propuesto hace tiempo traerme la comida al trabajo, pero ahora encima va a ser comida más sana, así que mejor todavía. Lo que no sé es lo que voy a hacer con los ticket-restaurant. Espero que se puedan seguir usando para comprar en el Museo del Jamón [página en flash, ¡cuidado con la cuota!] o algo así, porque sino tendré que regalarlos o alguien me tendrá que ayudar a blanquearlos.

martes, 8 de abril de 2008

Humedad relativa: TODA

Ayer según salía del trabajo e iba hacia el coche, el cielo estaba de un nublado terrorífico. Se distinguen claramente de otros nublados porque, por lo menos a mí, me entra el canguelo sólo de verlos. Lo admito: las tormentas en sí mismas me dan miedo y las películas como "Twister" no ayudan mucho. Me metí en mi vinículo, arranqué y casi no había salido (me entretengo poniendo el mp3 del móvil, por culpa de ciertos cabrones), cuando comenzó a caer una lluvia ligera.

Intenté hacerme a la idea de que me tocaría soportar otro día más los cristales empañados con sus consiguientes peligros. Que sí, que pongo el aire "frío" (lo que pueda entenderse por eso en un coche sin aire acondicionado) a toda leche incluso en invienno, que limpio los cristales de vez en cuando, pero los días de humedad se me ponen que parece que hay un perro jadeando en cada ventana. Cuando pierdo la visibilidad lo paso bastante mal porque pienso que en cualquier momento me ostiaré contra algo... Pero como no queda más remedio, intento tener autocontrol y hasta ahora no ha ocurrido nada malo, salvo que llego más tenso que Mr. T en un F16.

Siguiendo con lo de ayer, no hago más que meterme en la autovía y al poco se ve en el horizonte una tormenta que daba miedo, con relámpagos constantes aunque sin truenos. Mi visión de lejos es lamentable, pero enseguida empecé a distinguir los detalles... Las rayas verticales, más marcadas de lo que nunca había visto... Dios mío, ¡Era una catarata! Y estaba claro que no había escapatoria, porque la carretera, aunque con sus curvas, se dirigía hacia allí. Efectivamente según me iba acercando, cada vez estaba más claro que la cosa pintaba mal.

La impresión fue brutal, igual de repentina que meterse en una cascada, con la suerte de que los demás coches habían frenado progresivamente. Aquello era una cortina de agua, nunca había visto nada igual y mucho menos me había encontrado dentro de algo así, conduciendo. Nos desplazamos un par de kilómetros en primera velocidad, sumergidos literalmente en aquella tromba de agua y después todo terminó tan rápido como había comenzado. La catarata estaba bastante localizada en ese sector de la carretera, aunque lo mismo llegaba a muchos otros sitios por los que afortunadamente yo no tenía que pasar.

Por fortuna ya no tengo tanto miedo para conducir; quizá otro día hable ello. Pero estos cambios de tiempo tan bestiales me parecen peligrosísimos. Desde luego se está cumpliendo este año lo de "marzo ventoso, abril lluvioso". Nuestras carreteras no están preparadas para estas condiciones, pero no me quiero imaginar lo que tiene que ser conducir en otros paises, tanto en los que estén peor preparados (por los riesgos que implica), como en los que sí lo estén (ya que eso significa que todos los días habrá un tiempo lamentable al que sólo sus habitantes estarán acostumbrados).

Pheeeew, pa'bernos matao.