viernes, 11 de febrero de 2011

11022011

Qué raro, todavía no he leído nada en Microsiervos diciendo que el día de hoy, en formato español, es capicúa.

miércoles, 9 de febrero de 2011

SCJP 6.0: Un Propósito Imposible Menos

En la lista de propósitos que me hice para este año había uno que no quise comentar abiertamente, porque a veces pienso que creo expectativas en los demás que luego no soy capaz de cumplir y me siento fatal... Sí, ya sé que debería pasar más del "qué dirán" y actuar a mi bola. Total, que a menudo prefiero cerrar la boca hasta que ha pasado lo que sea.

Por otra parte el tema surgió tan rápido que tampoco es que tuviese mucho tiempo para meditar. Nada más volver de vacaciones el 27 de diciembre, una compañera me comentó que nuestra empresa iba a dejar de pagar el examen "Sun Certified Java Programmer (SCJP)" que había estado ofreciendo hasta entonces a quien quisiera hacerlo. Me dijo que si no lo solicitábamos antes de fin de año, probablemente no nos devolverían el precio de la certificación. Hay que tener en cuenta que estas cosas valen una pasta: concretamente este eran 230 leuros del vellón.

Viendo que otros dos compañeros más lo iban a hacer (y que otro lo había aprobado ya), me convencí de que tenía que tirarme a la piscina. No en vano, pensé que era de lo poco que podría sacarle a una empresa en la que, por ejemplo yo, llevo tres años sin que me suban el sueldo. También estaba, por supuesto, el tema de reciclar un poco mis conocimientos, ya que salvo la "autoformación" que todos tenemos que hacer constantemente, llevaba bastante tiempo sin hacer ningún curso en serio. Los cursos de coña no cuentan.

Normalmente no reacciono a esta velocidad, aunque a veces estas cosas funcionan mejor así. Leer el libro y hacer cuestionarios ha ido por etapas: a veces desesperado porque no entendía ni la mitad y los ejercicios parecían diseñados por un torturador de mentes; otras veces más animado al comprender cosas útiles y avanzar algo. En conjunto ha sido poco más de un mes y no estudiando todos los días. La verdad es que ya llevo unos años con el dichoso lenguaje, pero muchas veces uno se ancla en hacer las cosas como ya sabe, en lugar de aprender formas nuevas y mejores. En conjunto yo creo que ha sido bastante útil.

La primera vez solicité el examen para el día 24 de enero, pero llegado el día 21 todavía me quedaba parte del libro por leer y tenía muchos conceptos cogidos con pinzas (vamos, que estaba a punto de hacerme un poco de caquita), así que cambié la fecha del examen al día 7 de febrero. Entretanto, mis otros dos compañeros hicieron su examen: un temerario sin estudiar siquiera y teniendo que ir a toda leche a la academia porque se había olvidado de su fecha de examen y le llamaron al no presentarse. Si llega a aprobar, le pongo en un pedestal. Otra compañera, aprobando aunque fue hecha un manojo de nervios.

En ese momento la presión subió un poquito. Pensé que tenía que aprobar sí o sí: Había tenido mucho más tiempo que ella para preparármelo (al menos en teoría, sin contar la cantidad de tiempo que siempre desperdicio en chorradas). Sabía que no iba a sacar una nota del copón, pero que era posible aprobar. Sólo confiaba en que no me traicionasen los nervios y que no me abandonase la concentración. Me comentaron que el examen se hacía en un cubículo individual cerrado, sin nadie que molestase, al menos en teoría.

La última semana antes de mi examen y sobre todo durante el fin de semana, fue bastante demencial. Había terminado el libro que leyeron los demás para el examen y me puse a hacer los ejercicios de otro libro, que según me comentaron, eran más parecidos a las preguntas del examen. No sé si esa decisión sirvió de algo productivo, porque no superaba el 20% de aciertos en las preguntas, cuando con el Raposa estaba sobre el 65%. El domingo por la tarde, cuando todavía me quedaban los cuestionarios de cuatro o cinco temas, decidí dejarlo porque no me parecía didáctico y me estaba poniendo bastante nervioso.

Suelo dormir bastante mal y me imaginaba que la noche anterior al examen no iba a ser precisamente una excepción. Normalmente me despierto una vez en medio de la noche, pero en una ocasión como esta, paso casi toda la noche dormitando más que durmiendo, levantándome cada hora... Menos mal que más o menos lo tengo asumido, lo que no quita para que sea un engorro y que al día siguiente esté hecho una braga por dormir tan mal.

Cuando llegué a la academia que había escogido, la encargada del curso me llevó a una habitación donde había seis u ocho ordenadores. Aquello no me moló ni un cacho. Abrió el programa del examen y me puse a hacerlo. Un par de minutos después, entró con otro chico y le sentó en otro ordenador a mi izquierda. Yo llevaba más de dos minutos intentando contestar a la primera pregunta y ella le explicaba al otro lo que tenía que hacer. Fantástico. Entré en un bucle rebobinar-leer-rebobinar-leer, hasta que decidí marcar la pregunta y pasar a la siguiente.

Por suerte me di cuenta de que las preguntas eran bastante similares a las que había visto en el Raposa y en un examen virtual que hay por ahí para practicar. Si llegan a ser como las del de Mcgraw-hill, no creo que me hubiera dado tiempo a terminar el examen. Eso me tranquilizó un poco.

En estas, que no sé qué puñetero examen estaba haciendo el tipo de al lado, pero se puso a teclear como un desesperado. Y no era lo único que se escuchaba: en la oficina había hilo musical (por suerte no muy alto, pero perfectamente audible); a veces salía gente de unas salas a otras, hablando por los pasillos; y también trajeron al menos a otro examinando, que sentaron en un ordenador a mi derecha. Y yo allí practicando técnicas de concentración, intentando no cagarme mucho en el entorno. Desde luego si tuviera que volver a hacer otro examen, escogería otra academia.

Total, que llegué al final de las preguntas, repasé las que había marcado y con un poco de miedo, pulsé el botón "Finalizar examen"... Uno de esos momentos en la vida en que no hay vuelta atrás... Llegó la encargada de la sala, cogió los resultados que salían de la impresora para graparlos (momento en el que vislumbré "aprobado"), me dio la hoja para firmarla y nos despedimos.

En realidad, esto no ha sido nada comparado con las jartás de estudiar y trabajar que se pegan en muchas profesiones, pero había perdido la costumbre de hacer algo así, un poco en serio. Lo de hacer exámenes acojona un poquito por ese momento en que te la juegas. No sé, una vez pasó el trance me sentí bastante eufórico y sobre todo aliviado. Es agradable comprobar que se pueden seguir acometiendo objetivos en la vida, aunque sean pequeñitos. Quién sabe, quizá con el tiempo... Hasta el infinito y más allá.

Lo bueno de esto es que, una vez liberado de esta obligación, siento como si estuviera un poco de vacaciones. Para hacer hueco al estudio, había dejado algunas cosas aparcadas y ahora podré retomarlas. Me di cuenta el martes, cuando por la noche no tuve que estudiar por obligación. ¡Qué gustico da! :)