jueves, 7 de diciembre de 2006

Contenidos adecuados

Creo que ya lo he dicho con anterioridad, pero me sigue ocurriendo lo mismo que cuando comencé: aunque me gustaría escribir sobre ciertas cosas, no sé si es adecuado hacerlo. Supongo que habrá quien diga que si me planteo si es correcto hacer algo, quizá es que no lo sea. El problema es que son temas muy personales y aunque todavía parece que nadie se ha pasado por aquí, puesto que no he visto ningún comentario en las entradas, ni me ha llegado ningún correo electrónico, puede que llegue un momento en el que la bitácora sea visitada... de forma breve y abandonada por no parecer un contenido correcto.

De todas formas, una de las ideas al iniciar esta bitácora fue precisamente esa, el poder hablar de mis sentimientos y emociones. En principio esto es anónimo y no debería suponer ningún problema... Pero si la gente empieza a llegar, el tema se irá complicando y probablemente ese anonimato ya no será tal.

Esta ha sido, sobre todo, la razón para que no haya nada publicado desde hace ya ni se sabe la de tiempo. Hay cosas redactadas como borrador y algunas ideas en la cabeza que espero atreverme a parir algún día.

martes, 5 de diciembre de 2006

reinstalaciones

No es que importe mucho, puesto que de momento parece que ningún lector se ha aventurado a pasar por aquí, pero uno de los motivos de falta de artículos en la bitácora ha sido la reinstalación de mi sistema operativo. En realidad han sido varias reinstalaciones, y todavía no estoy seguro de haber llegado al final, pero al menos el sistema está bastante estable.

Como adicto que soy a los ordenadores, tengo unos cuantos en casa. No todos los tengo funcionando siempre, por supuesto. Primero tuve una máquina de sobremesa que fue evolucionando con el tiempo... creo recordar que el que ahora utilizo es el cuarto de ellos... Pasé por:


  • Un 386, si no recuerdo mal un 386-SX a 8 y 33 Mhz. Sí, en aquellos tiempos las cosas se medían en megahertzios, un orden de magnitud 1000 unidades menor que ahora y los ordenadores tenían un botón de TURBO para cambiar entre las dos velocidades del procesador. El palo económico para mis padres fue bastante grande, incluso después de buscar mucho hasta encontrar lo más barato que pude, pero ya para la época conseguí una tarjeta de vídeo que llegaba a 1024x768, con su correspondiente monitor para poder aprovechar dicha resolución. Recuerdo que la oferta especial incluía una ampliación del disco duro, cambiándome el que traía de 40 Mb por uno de 120 Mb. Y sí, estoy hablando de megas, lo mismo que la memoria, de la que traía 4 u 8 megas. De nuevo 1000 veces menos que ahora. Pero la verdad es que me duró bastante tiempo, todo el instituto y el principio de la universidad e invertí muuucho dinero en irlo actualizando y comprándole pijadas.
  • Un Pentium 133 Mhz con 32 Mb de RAM que todavía está por ahí en un armario esperando por si un día me da el venazo y lo utilizo para algo (cosa difícil, pero molaría usarlo para juegos antiguos, que me atraen más que los actuales).
  • Un Pentium III a 800 Mhz con 256 Mb de RAM, si no recuerdo mal. Este se fundió completamente: Murió la placa, o el micro, o los dos, porque no conseguí diagnosticarlo y al final me compré otro PC completo cuando pude.
  • Un Pentium IV a 2.6 Ghz con 512 Mb de RAM. Este último ya tiene bastante tiempo y era el ordenador "principal" de casa hasta que me metí en la vorágine de las compras :).


Hace unos años me topé con una oferta de ordenador "portátil" (un compaq de la serie R4000 que ya no se vende, pesa lo suyo y con la poca autonomía que tienen estos cacharros, yo no los considero muy portables). Pensé que con él iba a cumplir una serie de necesidades, sobre todo como almacén de fotos y grabador de DVD, que no tenía hasta entonces. La verdad es que estuvo infrautilizado mucho tiempo, pero depués me ha venido muy bien por lo del güifi :)

También compré en su momento una PDA (HP Jornada 545 que comenté en otra entrada) que se quedó anticuada con sólo mirarla y que descansa en un cajón... Es una pena que, teniendo pantalla táctil desde hace años, no se les haya dado a las PDAs la importancia que podrían tener, por ejemplo en los juegos. Ahora Nintendo está que lo rompe, pero no me apetece incurrir en el gasto... Que no chico, que no. No me piquéis, ¿eh? :)

Pero la penúltima locura (que siempre habrá más) ha sido comprar un PC para el salón (creo que es un HP Pavilion s7610.es, pero no me coinciden las especificaciones). Desde la época del Pentium yo estaba loco por conseguir utilizar un ordenador como grabador de vídeo (me compré mi primera tarjeta de televisión), pero aquellos cacharros no tenían toda la potencia necesaria.

Ahora que sí la tienen, me topé en un centro comercial con un "pececito" que se ajustaba perfectamente al espacio del que dispongo junto al televisor. Llevaba meses barajando la idea de montar mi propio PC como Centro Multimedia, pero aparte de que tendría que buscar uno a uno los componentes y estaba seguro de que no los encontraría todos, la idea era instalarle un sistema operativo gratuito como Linux, con el esfuerzo extra de configuración que requería. Así que cuando vi las dimensiones reducidas y el precio ajustado del aparato, no me lo pensé mucho y me llevé el PC montado a casa.

Los primeros días el PC era una ruina, sobre todo conflictos de controladores cada vez que instalaba algo nuevo. Todavía se cuelga de vez en cuando y me cabrea gastarme el dinero para que las cosas vayan tan de culo con Hasefroch, pero como la licencia del sistema operativo original está incluida, de momento aguantaré sin cambiar de sistema operativo para no tener que perder el tiempo en trastear.

Una vez instalado el centro multimedia, necesitaba reorganizar el PC de sobremesa. Tenía instalado Hasefroch desde hacía más de dos años y todo iba como el culo de lento. Reinstalé un par de veces con arranque dual de Linux, probando varias distribuciones. Primero con Mandriva 2006, después con Suse 10 (la que menos me gustó con diferencia porque me iba todo muy lento), Luego Ubuntu 6.06 y por último Mandriva 2007, que es la instalada actualmente. Ubuntu me gustaba por su simplicidad, pero también ese era su punto débil, así que volví a Mandriva, a la que ya estaba acostumbrado hace tiempo.

Al final también me cansé de Hasefroch: Entre antivirus, antispam y antipollas, el sistema se ralentiza hasta hacerse insoportable y eso ya ocurre a los pocos días de reinstalar... Detesto tener que pagar por un software que sí, tiene sus cosas buenas, pero te introducen en la espiral de los pagos y sobre todo, me jode sobremanera tener que pagar por un antivirus programado por los mismos tipos que hacen los virus y que además te deja el sistema más colgado que una paraguaya. Que Linux será lo que quieras, estará poco preparado para el público general, pero es gratis, cojones, y en general va bastante mejor para casi todas las tareas, salvo las que sean propietarias y sólo puedan hacerse en Hasefroch.

La verdad es que he probado unas cuantas distribuciones diferentes de Linux y el panorama ha mejorado bastante. Al principio había que tocar muchas cosas a mano y todo se hacía un infierno, pero ahora existen distribuciones como Ubuntu o Mandriva que detectan casi todo el hardware automáticamente. Los problemas suelen venir con hardware extraño (o que sólo tenga controladores para Hasefroch) y con software muy ligado a Hasefroch (eso suele incluir muchos juegos). Pero para un uso normal como el que le doy en casa (navegar por internet, editar un par de documentos, escuchar música, etc)., va más que sobrado, con la ventaja de que no se va deteriorando con el tiempo.

Eso sí, hay que cambiar un poco la forma de pensar a la que nos tienen acostumbrados en Hasecorp (unidades de disco, sistema de permisos en ficheros, etc)., pero merece la pena.

jueves, 26 de octubre de 2006

Demasiada Información

Desde hace años tengo la sensación de que no puedo digerir toda la información que me llega. No recuerdo si el síndrome empezó de manera gradual (lo más probable), o de forma repentina. Creo que a partir de la universidad se agudizó todo; demasiadas cosas en que pensar, entre la multiplicidad de asignaturas y el continuo bombardeo proveniente de todas partes.

Nunca he sido demasiado organizado, sino más bien al contrario. Pero mi propio desorden tenía sentido y sabía dónde había colocado todo. Eso funcionó suficientemente bien, hasta que dejó de hacerlo por saturación. De niño tuve la suerte (o la desgracia, según se mire) de que me quedaba con los conceptos a la primera. La fortuna era que no me suponía ningún esfuerzo y ese fue también el punto débil: con el tiempo, me hice bastante vago. No ocurrió en todas las facetas a la vez, puesto que siempre había algo que me atraía y donde ponía más interés. Eso sí, los temas que abandonaba siguen siendo grandes carencias en mi cultura.

Lo que de pequeño significaba una nimiedad (no darme cuenta de que me quedaban "deberes" por hacer, pero resolverlos al instante en que me preguntaban) se convirtió en una catástrofe al llegar a la universidad. La complejidad de los ejercicios era muy superior, por lo que era imposible seguir el mismo método. El problema era la falta de organización, que todavía me azota hoy en día. Llegar a clase y justo antes de empezar, darme cuenta de que me había ejercicios que no había hecho, era bastante habitual. ¿Qué había pasado? Pues había estado dedicado a otras asignaturas, pero nunca me daba tiempo de atender a todas.

Para mí siempre ha sido muy difícil concentrarme en varias cosas a la vez. Eso de tener muchas tareas en la cabeza, priorizarlas de forma automática, resolver primero las más urgentes y hacer que todo vaya avanzando me resulta complicadísimo. Ya en la época del instituto había gente que trabajaba, algunos los fines de semana y otros incluso más, mientras sacaban adelante sus estudios. En la universidad ya era el acabose: el porcentaje de trabajadores en las aulas subió muchísimo, así como la edad de algunos alumnos... Me costaba comprender cómo y por qué una persona con su trabajo, su familia y montones de preocupaciones, incluía en su vida también el rompecabezas de los estudios, los exámenes y las prácticas.

Siempre he admirado a todas esas personas. Están por todas partes, familia, amigos, compañeros de trabajo y personas anónimas. Todos demuestran una capacidad de esfuerzo y superación que yo no creo poseer. Desde que trabajo, no sólo no me siento capaz de ponerme a estudiar en serio, sino que me cuesta horrores organizar mis actividades de un modo provechoso. Para más inri, mi trabajo siempre ha tenido que ver con el tratamiento automatizado de la información, por lo que no tengo forma de escapar del mismo tema que me atormenta.

Las herramientas y los avances tecnológicos que utilizamos evolucionan cada vez más rápidamente, pero también recibimos mucha más cantidad de información según avanza el tiempo. Desde hace años, los ficheros se acumulan en mis discos; aunque cambie de ordenador, siempre acabo moviendo los datos de la máquina antigua a la nueva y el lastre va creciendo. Lo mismo ocurre con montones de papeles y objetos que se van acumulando: apuntes de los estudios, objetos viejos que me resisto a tirar aunque son sustituidos por otros nuevos, facturas, manuales, garantías... De vez en cuando la vena organizadora se apodera de mí un corto intervalo de tiempo y me deshago de algunas cosas. Pero el ritmo de acumulación parece ser siempre mayor que el de limpieza.

Aparte está el tema de que a veces surgen nuevos intereses en la vida, que normalmente son difíciles de introducir en el horario ya de por sí bastante repleto. Está claro que el día tiene 24 horas para todos, pero da la sensación de que hay gente a la que le cunde mucho más. Generalmente esto es así porque se organizan mucho mejor, aparte de que tengan más capacidad. Yo pienso que tendré que encontrar el equilibrio probando diferentes combinaciones de actividades, hasta que dé con la que me satisfaga. Es complicado escoger y tener que dejar algunos temas aparcados, pero a veces uno consigue abandonar algunas cosas que ocupaban el tiempo inadecuadamente.

domingo, 22 de octubre de 2006

Adiós, amigo

Nadie te prepara para la pérdida de un ser querido. La primera mala noticia vino directamente de él: una llamada de teléfono, lágrimas incontenibles. Lo que me han encontrado es malo. Palabras de ánimo y de aliento, diciéndole que lo que tiene que hacer es luchar con todas sus fuerzas, que los médicos harán todo lo posible pero que él tiene que poner todo de su parte.

Mentiras piadosas que no dejan de ser mentiras, aunque no conozco el estado en detalle, ni quiero saberlo para aferrarme a algo. Malos presentimientos que no quiero escuchar. Pequeñas esperanzas tras alguna mejora. Una salida del hospital en el intermedio entre radioterapia y quimioterapia. Reentrada tras una recaída fulminante. Tratamientos que sólo consiguen destrozar las pocas defensas que quedan.

Cada vez se hacía más duro ir a visitarle... Es muy duro ver a una persona postrada en una cama, después de haberle conocido en toda su actividad. Entre los dos estaba claro que me tendría a su lado cuando me necesitase, pero me dolía mucho estar más tiempo.

La culpa siempre nos hace mirar atrás, pensando que podríamos haber cambiado algo para que no llegase el desenlace. Pero hay tantos elementos que el cambio se hace bastante incontrolable. ¿Podría haber ido antes al médico? ¿Pudo el médico darle poca importancia al principio? ¿Podría haberse salvado aunque le hubiera dado más importancia? ¿Se utilizó el tratamiento adecuado? ...Siempre nos quedaran todas esas dudas y muchas otras.

Una amistad de cinco años que comenzó casi por casualidad. Tras el primer encuentro después de charlar mucho a través de Internet, la mayoría de las veces no se suele volver a coincidir. Pero yo siempre he sido muy solitario y se me ocurrió volver a llamarle para salir a dar un paseo. En pocas reuniones se perfiló como alguien con quien podía hablar de cualquier tema que me interesase o preocupase. La mayoría de sus amigos lo eran desde hacía muchos más años. En comparación, sólo he formado parte de una pequeña parcela de sus vidas, pero me han abierto los ojos al mundo y nunca podré agradecérselo bastante.

Era, sin ningún género de duda, mi mejor amigo. Por supuesto que tengo otros amigos, no muchos, pero algunos quedan, casi todos de la época estudiantil. Pero por alguna razón no me integro completamente con ellos, no encajo con sus aficiones y muchos se han ido casando, teniendo hijos y demás, las relaciones se han enfriado lentamente según hemos ido tomando cada uno nuestros propios caminos... Y también está claro que algunos de los mayores escollos son mi propia soledad e introversión.

Finalmente, recibo una llamada de madrugada, justo antes de salir a trabajar. Pido que me den más datos cuando sepan dónde se hace el velatorio. La información me llega mientras hago la compra por la tarde. Hay detalles curiosos que no se olvidan: recuerdo que justo después de colgar el teléfono, una señora me pide que le mire un precio, porque se ha olvidado sus gafas. Me sorprendo consiguiendo contener mis emociones mientras recojo lo que me falta, lo llevo a casa y tras colocar lo que necesita estar en la nevera, marcho hacia el tanatorio. Nunca había estado allí y me meto por la calle equivocada antes de dar con el camino correcto.

Saludo a la familia y los presentes, con los que he tenido muy poca relación hasta ahora. Paso a verle y ya no puedo evitar romper a llorar. También es la primera vez que me encuentro en una situación de este tipo sin mis familiares para consolarme. Intento calmarme y hablo un rato con su hermano.

Vuelvo a casa. Ceno algo y trato de no pensar mucho. Me voy pronto a la cama para estar listo al día siguiente. Por la mañana vuelvo y esperamos al momento de la partida. Hay mucha emoción en el aire... Lágrimas de nuevo en la despedida.

Adiós, amigo.

martes, 26 de septiembre de 2006

Babylon 5

Acabo de terminar de ver el último episodio de Babylon 5 y de pegarme una «jartá» de llorar. Aunque el mensaje final es de esperanza (y de canguelo, porque hay sorpresa que podía verse venir o no), el último episodio es triste, o al menos me infundió ese sentimiento, algo que ya me ha pasado en otras ocasiones. No sé por qué soy tan influenciable...

Hubo un momento en el que tuve que poner el episodio en pausa para levantarme a por un pañuelo, con el típico dolorcillo de tristeza atenazándome la nuez. Después, mientras sacaba el disco del reproductor, me preguntaba por qué me sentía triste sólo con ver a unos personajes y acontecimientos de ficción, además de que el final estaba cantado desde hacía una gran tanda de episodios... La serie tiene largos arcos argumentales y estaba cuidadosamente planificada para cinco temporadas desde el principio. Entre otras cosas, hay presentimientos y visiones de futuro para diferentes personajes, además de los típicos recursos como «flashbacks», por lo que el argumento de fondo está siempre presente.

<INCISO>
Por cierto que llevaba tiempo intentando encontrar alguna palabra equivalente en castellano... La que proponen en ese artículo es analepsis, que parece que estará en el diccionario de la RAE pero suena un poco... como el culo ¿no?. Y «escena retrospectiva» es un poco largo... Al parecer «flash-back» está aceptado, separado por un guión. Snif.
</INCISO>

En cierto modo, no me extraña que a mucha gente le guste plantarse delante del televisor para ver cómo se reencuentran hermanos después de veinte años separados. Dejando aparte mi opinión (según la cual, la mayoría de los «sorprendidos» en los pogamas están simplemente actuando), me imagino que la alegría de los reencuentros debe producir algún tipo de reacción química adictiva en los cerebros de los televidentes.

El caso es que la serie, como toda creación artística, tiene detalles que no me han gustado (como personajes eliminados o algunos giros argumentales), pero en conjunto ha estado bastante bien. Hace tiempo que la tenía disponible, pero no me atrevía a verla porque la mayoría de los episodios estaban en inglés original sin subtítulos. También ha servido para darme cuenta de que los altavoces de mi televisor son bastante lamentables, pero enchufando unos auriculares se entendía todo perfectamente, descubrimiento que es a la vez un placer.

A partir de ahora me dará igual si las series me llegan en inglés o español; realmente lo único que me interesa es verlas y normalmente no suelo volver a visionarlas, así que lo mismo da. Lo que no me gusta demasiado es cuando algún episodio aparece doblado en sudamericano... «Babilonia Sinco. Hoy presentamos: seremonias de lus y oscuridad»... suena tan raro, ya tu sabeh... pero como he dicho, lo que me interesa es ver el producto y tampoco me puedo quejar.

De Babylon 5, de todas formas, tengo que volver a buscar un episodio que vi hace meses y que curiosamente, parecía transcurrir en la línea temporal posterior al último de la serie. Por más que lo intento, no lo encuentro. Me da que era algún tipo de episodio especial resumen, quizá un extra de un DVD. A lo mejor alguien lo ha visto y me puede dar una pista.

lunes, 25 de septiembre de 2006

Oportunidad Cero

El día que decidí abrir esta página, llevaba ya un tiempo sin mucho trabajo entre mis manos. Estuve varias jornadas ocupando parte de mi horario en descubrir nuevas bitácoras y leer todo lo que encontraba. Busqué un poco entre las diferentes plataformas para publicar y al final me decidí por esta para empezar a trastear.

Cinco minutos después de registrarme, uno de mis jefes vino a asignarme nuevas tareas. Si bien es cierto que agosto había terminado y con él, las vacaciones de la mayoría, el evento podría haber ocurrido en un intervalo de varios días alrededor de cuando pasó.

Cuatro años atrás, en pleno crash del sector informático, estaba en la oficina de una empresa anterior, desocupado también porque la empresa cliente había decidido «prescindir de nuestros servicios». Tras varias entrevistas para intentar entrar en otros clientes, ninguno de los cuales se acercaba a mi perfil profesional, estaba claro que el mercado se movía menos que los ojos de Espinete. Llevaba ya varios meses en aquella tesitura, revisando constantemente las ofertas de InFollobs cuando se me ocurrió que, para aprovechar el tiempo, podía aprender a desarrollar software para otras plataformas diferentes a las que habitualmente utilizaba. Me apetecía tener un asistente personal (PDA) y explorar sus posibilidades. Pregunté al chico que se encargaba de suministrar el hardware a mi empresa y en unos días conseguí mi HP Jornada 545 por lo que a mí se me antojó un buen precio: 180 lerus (viendo que las PDA más modernas estaban en torno a los 500). Al día siguiente, el contable de la empresa me comunicó mi finalización de contrato «por amortización del puesto de trabajo, al encontrarse la empresa en dificultades económicas». Bien, majete, bien, gastándote treinta mil pelas el día antes de tu despido.

Por suerte, las cagadas no han sido excesivamente grandes y casi todas las consecuencias se han podido arreglar. De todas formas, ya me gustaría a mí tener ese sexto sentido que parecen tener muchas personas. Y no me estoy refiriendo a «en ocasiones veo muertos», sino a detectar el tufillo que desprenden algunas decisiones, señal inequívoca de que la caca se acerca.

jueves, 21 de septiembre de 2006

¿qué es redondeado?

Muchas cosas lo son, pero en este caso me refiero a un clásico artículo que he visto en varias bitácoras: preguntarle al buscador por nuestro nombre para ver qué dice acerca de él. Aquí van unas cuantas de la primera vez que lo hice:
  • redondeado es determinante.
  • redondeado es una forma.
  • redondeado es limitadísimo.
  • redondeado es redundante.
  • redondeado es automático.
  • redondeado es parte de un conjunto de edificios.
  • redondeado es muy cómodo [y no molesta en el cuello como otras].
  • redondeado es sinónimo de mala alimentación.
  • redondeado es demasiado grande o pequeño para ser representado.
  • redondeado es muy pequeño.
  • redondeado es mucho más interesante.
  • redondeado es cero.
  • redondeado es 6.022 × 10²³.
  • redondeado es estable.
Pues sí. Pues no. Un poco como todo, oyes.

lunes, 18 de septiembre de 2006

Dorogata

Hola, me llamo redondeado y soy cafeinómano.

Llevaba mucho tiempo admitiéndolo para mis adentros, pero seguía cayendo una y otra vez. Seguramente a muchos mi afirmación les parecerá exagerada si pueden asimilar la sustancia sin problemas... Sigo escuchando frases como aquella de «yo es que hasta que no me tomo mi café por la mañana, no soy persona» Me pregunto entonces si durante ese tiempo será animal, vegetal, o mineral, pero esa es otra cuestión. El caso es que los efectos negativos superaban a los positivos, así que tuve que tomar una decisión.

Hubo incluso una temporada en la que encontré una tabla de equivalencias de C8H10N4O2 y medía mi ingestión por dosis... Por suerte yo no llegué a concentraciones muy altas, ni me aficioné a las «bebidas energéticas». Un día tomé un sorbo de una y me pareció tan repelente que el resto de la lata se me cayó accidentalmente por el fregadero.

Cuando la doroga más aceptada socialmente comenzó a afectarme, al principio, alguna que otra vez no surtía el mismo efecto, por lo que aumenté ligeramente la dosis. Más adelante, cada vez me despejaba menos tiempo y el cansancio que venía después iba en aumento. Creo que eso se conoce como «efecto rebote»: cuando se pasa el efecto de la sustancia, no te encuentras igual de cansado que antes de tomarla, sino peor.

Durante un maldito proyecto en el que nos hicieron quedarnos incluso de noche (ya despotricaré más sobre este asunto en otras entradas), la cantidad de cafeína que tomé en una semana superó la que solía ingerir en un mes. Tampoco es que fuese exagerada, comparada con la que toman algunas personas, pero para mí sí que era demasiada y ya me hizo pensar que tenía que quitarme.

Una vez conseguí librarme de aquel proyecto, hice una primera intentona de dejarlo, con su correspondiente recaída. Con la excusa de sólo tomar cuando me encontrase muy adormilado, al poco tiempo me di cuenta de que necesitaba el café a diario y además el efecto rebote volvió con más fuerza.

La gota (de café) que colmó el vaso (de café) ocurrió un martes. Me había tomado un café en casa para desayunar, antes de salir hacia la oficina. A media mañana fuimos un rato a la máquina del pasillo a por uno de esos mini-vasos y después de comer tomé un refresco de cola (nótese que no hago publicidad, todas son la misma mierda desatascadora de tuberías). Cuando llegué a casa estaba muy cansado (efecto rebote agudizado por el estrés de conducir), pero la sorpresa fue al ir a la cama:

Con todo el cansancio acumulado, pensé que me quedaría inconsciente en breves momentos, pero hete aquí que se produce el curioso fenómeno que venimos a llamar «ojos de búho», cuya característica principal, si fuésemos un vehículo, sería proyectar ininterrumpidamente con los ojos el haz de luces largas en el techo. Además, en esta ocasión mi cerebro decide ponerse a mil por hora y los pensamientos, montones de ellos en paralelo, me agobian. Bonito momento para una hiperactividad mental.

Después de innumerables vueltas en la cama, de levantarme a tomar tila, escuchar música relajante, e intentar todo lo imaginable, consigo dormir pasadas ya las tres de la mañana. Supongo que mi cerebro dijo que ya era suficiente, o que la batería se agotó por dejar las luces puestas. De hecho, arrancar al día siguiente se hace un suplicio y nadie me evita tener que levantarme a las siete. Con menos de cuatro horas de sueño, el día se me hace eterno entre conducir destrozado, amagos de cabezadas ante el PC y vergüenza por estar en estado tan lamentable. Pero ya está decidido:

Me estoy quitando. Solamente me pongo de vez en cuando.

Fue algo duro, sobre todo las primeras semanas, tenía mono de café, porque es un sabor que me encanta (no así los refrescos). El descafeinado, aunque ha mejorado bastante con el tiempo, no sabe igual que el café-café. A veces me sigue apeteciendo tomarme un cafetito, pero vuelvo atrás en el recuerdo de aquella fatídica noche y me aguanto las ganas.



Actualización (11 de mayo de 2007): Qué cojones, ya debería haber escrito esta actualización hace tiempo. Por supuesto que volví a caer en el café y ya tengo claro que soy un adicto, porque en cuanto empiezo a tomar un día laborable, el resto no puedo resistir tomarlo. Me afecta como siempre, con los bajones, el cansancio, etc., y aunque los "subidones" también me dan vidilla (a veces me pongo como una moto), es una mierda tener que depender de una sustancia. Ahora mismo estoy bastante cansado y son las ocho de la tarde. Así que el resumen de momento es que no creo que pueda dejarlo por ahora. Batalla perdida.

NOTA: Esta entrada NO ha sido patrocinada por CAFÉS "EL AVIÓN", que seguramente no conocerán el doble sentido del nombre de su empresa en España.

viernes, 15 de septiembre de 2006

Frist Psot

Es difícil comenzar a escribir aquí, después de decidir abrir un espacio como este. Me da la sensación de que cualquier cosa que se me ocurra la voy a redactar mal, que todas las frases son mejorables y que me dedicaré a corregir una y otra vez sin quedarme satisfecho con el resultado, como está pasando ya con este primer párrafo.

Muchas de las bitácoras que suelo leer, comienzan con un primer artículo en el cual se explica de dónde surgió la idea, cuál es el objetivo y por qué torturar a los lectores con las mismas tonterías (o no) que puede contar cualquier otro. Pero como no se me ocurre nada mejor, tiraré de este recurso y no será la última vez... Supongo que eso se suele hacer con frecuencia, pero siempre espero incluir contenido original "de mi propia cosecha", aunque la idea para el artículo sea prestada.

En realidad no sé lo que quiero. Quiero decir, sí lo sé, lo que no sé es lo que no quiero. Espera, eso también lo sé, lo que quiero decir es que no quiero decir lo que no quiero, sino lo que quiero. Qué queréis que os diga... Quiero decir, que no sé hasta dónde llegaré en mis redacciones, no sé si puedo plantearme escribir sobre ciertas cosas y no tengo claro si es bueno o no escribir sobre otras. En cualquier caso, espero sorprenderme a mí mismo y con un poco de suerte, también a quien me lea.

Otra de las razones para iniciar esta aventura es intentar "revitalizar" un poco mi capacidad de expresarme escribiendo, que la tengo muy abandonada, además de ir corrigiendo problemas como los que menciono al principio: convencerme a mí mismo de que no es necesario corregir constantemente y de que a veces es necesario y bueno plasmar pensamientos más frescos, recién salidos del horno... Anda que, como todas las comparaciones me salgan como esta, voy listo.

Dicho todo esto, creo que va siendo hora de pulsar el botón "publicar" por primera vez y de hacer pruebas con los elementos disponibles. Espero que si no todos, algunos lo disfruten. También puede ser interesante leer algún comentario de vez en cuando, para darle un poco de vidilla. Hasta pronto, pues.