jueves, 15 de noviembre de 2007

Despertares

Dije el otro día que iba a dejar el tema de la operación para otra entrada, así que aquí está... Aunque he suavizado bastante la redacción, esto entra en la categoría de la que he hablado alguna vez, los temas de dudosa publicación. Advertidos quedáis.

Llegué al día de la operación con bastantes molestias y además llevaba unos días que había dormido fatal, pero no por nerviosismo, así que me dije a mí mismo que al menos me vendría bien el tiempo que me tuviesen dormido. Además estaba sediento: no puedes comer ni beber desde doce horas antes de la operación. Según me han comentado, es para evitar nauseas con la anestesia.

Sentía curiosidad ya que era mi primera operación. Después de un buen rato de retraso, un enfermero vino a buscarme. Me entregó una bolsa para meter mi ropa, una bata azul de hospital, unos patucos y un gorro de plástico y me dejó solo para que me cambiase de ropa. Mi padre entró por la zona y cuando estuve listo le di la bolsa con mi ropa. El enfermero volvió y me llevó a una sala interior.

Llegó otra enfermera a ponerme una vía. Nunca me habían puesto una, la verdad es que la aguja es larga y me hizo bastante daño cuando me la insertaron en el dorso de la mano izquierda. Me enchufaron una bolsa de suero e inmediatamente nos fuimos para el quirófano, que estaba un par de salas más allá. Noté que la temperatura era bastante más baja, supongo que es mejor para ellos pero como vas en pelotillas, se nota el fresquete.

Me dijeron dónde me tenía que tumbar. La cama de operaciones es bastante estrecha (y yo bastante gordo, qué cojones). Me taparon con una sábana y me dijeron que me tenía que quitar la bata. La enfermera me ayudó para poder sacar los cables del brazo sin problemas. Me volví a tumbar y me preguntó mi altura y mi peso. Me puso unos sensores en el pecho, ajustó algo en una máquina que yo no veía y comencé a escuchar el bip-bip característico del corazón que se oye en las películas. Incluso creo que hicimos alguna broma sobre el sonido, que si se paraba y tal jiji, jaja.

Apareció la anestesista y se presentó. Me preguntó si era alérgico a algo, me dijo que lo mejor era que pensase en algo agradable, que la sensación era "como un paréntesis", que no resistiese y me dejase ir, así seguro que me despertaría bien. Me preguntó de nuevo si era alérgico a algo (supongo que lo hacen para estar seguros de no meter la pata, aunque ya cansa). Después empezó a preguntarme si me gustaba la montaña o la playa. Escogí la playa e inmediatamente sentí una primera oleada de inconsciencia. "Uau, qué rápido" dije. Entonces

creo que eran voces, pero iban muy rápido y se antojaban remotas. La sensación fue de unos segundos y

"Despierte, ¿qué tal está? Ya le han operado". Respiré una bocanada de aire fresco, abrí los ojos y lo primero que acerté a decir fue "estoy muy bien". Me encontraba increíblemente descansado, atrás había quedado la falta de sueño con la que llegué, o eso me pareció. No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado. Me recreé en la sensación de descanso mientras miraba lo que tenía a mi alrededor: Aunque yo no lo sabía en ese momento, era la sala de recuperación.

Había unas séis u ocho camas. En la de la derecha estaba el hombre que había entrado a quirófano antes que yo. Nos saludamos. Me habían vuelto a poner la misma bata que antes de operarme, o una igual, pero la temperatura de la habitación era muy agradable, no tenía frío. Una de las enfermeras pasaba de vez en cuando, preguntando si nos encontrábamos bien. Los teléfonos sonaban de tanto en tanto, alguna persona abandonó la habitación y a otras les comunicaron que les iban a solicitar una cama en planta para que pasasen la noche. Dentro de lo que se veía, debía ser de los mejor parados.

Tardaron un buen rato en quitarme la vía después de que el suero se hubiese terminado. El dolor al sacar la aguja fue algo menor, pero también desagradable. La médica volvió a aparecer un par de veces a preguntar por mí y me dijo que me darían cita para hacerme la primera cura en unos pocos días. Después pasó otro largo rato hasta que me dejaron levantarme de la cama y sentarme, me dieron un zumo y me hicieron mear.

Doctora: ¿Tiene ganas de hacer pis?
Redondeado: Pues no...
D: (mirándome con cara de "Dios mío, no mea, aquí hay un problema") ¿de verdad? ¿ni siquiera un poco?
R: Pues... ***mute on***¿pero qué queréis que mee, si llevo mínimo 12 horas sin beber?***mute off***Bueno, supongo que si me pongo, algo haré.
D: Tenga, pruebe a ver. (me da un frasco con boca de cuello largo, extiende un biombo para que no se me vea y se marcha).
Meto la chorra en el frasco, espero... espero... espero un poco más... sigo esperando... parece que algo viene, sí, se acerca... ¡estoy meando! Nada, una cantidad mínima, pero a ver si se contentan con eso. Pasa una enfermera por ahí y se lo doy. Mide la cantidad y parece que es normal. Menos mal, tron.

Finalmente me dejan salir, me conducen a la sala donde me quité la ropa originalmente, mi padre entra y me da mi ropa otra vez. Me visto y nos vamos. Por lo que veo, la operación debieron ser unos quince minutos (cuando salieron a avisar a mi familia de que todo había ido bien) y luego estuve unas dos o tres horas en la sala de recuperación.

El tema no está finalizado, ya que como he publicado y publicaré posteriormente, han pasado un par de meses y sigo con molestias. Quizá deje el post-operatorio para otra entrada y lo mismo así convierto el blog en el terror de los hipocondriacos.

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